Las modalidades de pago digitales, incluyendo transacciones a través de apps, tarjetas prepago y criptomonedas, han ganado relevancia en el escenario financiero contemporáneo.
Esta tendencia ha sido impulsada en gran medida por el aumento de la alfabetización digital y la inclusión financiera de la población chilena, que se ha vuelto cada vez más cómoda con la transición hacia los pagos digitales. De acuerdo con un estudio reciente, Chile lidera en América Latina en el uso mínimo de efectivo.
La irrupción de la pandemia catalizó una serie de transformaciones significativas en distintos sectores y entre los consumidores. La digitalización se volvió esencial, particularmente entre la población mayor, y el comercio electrónico experimentó un crecimiento sin precedentes, impulsado en gran parte por el aumento del uso de servicios en la nube.
El escenario de los medios de pago no quedó excluido de estas transformaciones. De manera similar, observamos una reducción de los pagos en efectivo en algunos comercios por motivos sanitarios, un incremento en las transacciones a través de códigos QR, y una consolidación de las tarjetas prepago y criptomonedas como medios de pago preferidos.
Según el informe más reciente de la consultora MinsaitPayments, la digitalización ha desempeñado un papel clave en el avance de estas diversas opciones de pago. En primer lugar, la tecnología se ha popularizado y su conocimiento y uso se han democratizado, sin imponer barreras de edad a los usuarios. En segundo lugar, la industria ha innovado y desarrollado nuevas soluciones de pago.
No obstante, el efectivo todavía no se ha erradicado completamente. Como ya se observó en 2022, el efectivo sigue siendo una opción de pago válida para los chilenos, con un 12% de la población que lo sigue utilizando como su principal medio de pago.
De todos los países latinoamericanos, Chile es el que menos uso hace del efectivo, seguido por Brasil (12,9%), Perú (28,1%), Argentina (30,2%), Ecuador (33,3%) y México (43,9%).
En Chile, los medios de pago más populares para transacciones presenciales son la tarjeta de débito y el débito directo, ambos reflejando una tendencia a distanciarse de las transacciones con efectivo. Las tarjetas como tal han formado parte de la industria durante varias décadas, pero el uso de dispositivos móviles en lugar de terminales de pago físicas también ha experimentado un crecimiento constante.
Incorporación acelerada de tecnología
El estudio realizado por Minsait Payments en colaboración con dos empresas asociadas durante el pasado mes de agosto, se basó en las respuestas de aproximadamente 7.200 participantes adultos, todos titulares de al menos un producto bancario.
José Sales, encargado del desarrollo de negocios de Minsait Payments en Chile, indica que este país se encuentra entre los de mayor bancarización en la región, con un 87% de adultos con acceso a servicios bancarios. Por tanto, es común observar el predominio de medios de pago electrónicos. En consecuencia, el uso de efectivo tiende a disminuir considerablemente comparado con otros contextos latinoamericanos.
En economías como la chilena, Sales sugiere que eliminar completamente el uso de efectivo aún no es factible. Esto se aplica igualmente a otras partes del mundo, dado que siempre existirá una población marginada o con dificultades para acceder a diversos medios de pago, independientemente de lo reducido que pueda ser este porcentaje.
Sales explica que todavía existen sectores de la economía informal en el país, donde el efectivo es la principal forma de pago. Además, aún no todos los comercios están equipados para aceptar pagos electrónicos.
El sector minorista y los pequeños comercios han implementado nuevas herramientas para evitar el contacto físico, reducir los tiempos de espera y agilizar los procesos de compra. Este es un factor que ha contribuido al auge de los pagos sin contacto, particularmente en Chile, y de manera general a nivel global. Esto también ha atraído la atención de grupos de cibercriminales, que generan nuevas amenazas para atacar a los usuarios.
Según el sondeo de Minsait, el 31,9% de los encuestados siente «mucha seguridad» con este sistema, y un 46% asegura que «es cómodo» y fácil de usar, un porcentaje que coincide con el uso de tarjetas de pago físicas.
Las criptomonedas también han ganado cierto protagonismo. Aunque representan un porcentaje muy pequeño en el panorama nacional, inspiran cierta seguridad (21,9%) y no parecen ser tan difíciles de usar (38,9%). Esto es comprensible, teniendo en cuenta que incluso hay países que han adoptado estas divisas digitales, además de la constante promoción de figuras influyentes en el ámbito digital, como Elon Musk y su entusiasmo por Dogecoin.
Sales reconoce la tendencia al alza de las criptomonedas, aunque su avance sea gradual. «Hemos visto tendencias de programas de lealtad asociados a criptomonedas o tarjetas de crédito respaldadas en cripto, así como productos que permiten tener diferentes tipos de estas divisas y realizar retiros de efectivo o compras en monedas locales, respaldados por marcas como Visa o Mastercard», añade.
Los segmentos que más utilizan estos medios de pago, según Sales, son los jóvenes y los inversores de alto riesgo, dada la volatilidad de las diferentes criptomonedas.
Transición de lo físico a lo digital
En Chile, de acuerdo con los resultados de la encuesta, al menos el 50,2% de los participantes utilizó pagos digitales semanalmente, el 23,6% los usó «ocasionalmente durante el mes», el 9,9% «hace más de un mes», y el 16,3% «hace bastante tiempo o nunca».
En cuanto a los medios de pago preferidos para compras o pagos en línea, a nivel local destacaron los sistemas de débito directo, que permiten que un tercero autorizado realice pagos automáticos de una cantidad específica desde la cuenta bancaria del titular (27%), y las transferencias bancarias (24%). Las tarjetas de débito físicas (24,7%) son preferidas sobre las tarjetas de crédito (11,1%). Sin embargo, el crédito sigue siendo una opción válida para los usuarios.
A pesar de que Chile presenta el porcentaje más bajo de los países incluidos en la encuesta, el uso de tarjetas de crédito físicas en América Latina es más prominente en Brasil, con un 34,5%, seguido por Argentina, con un 24,4%. En general, la posesión de múltiples tarjetas de crédito es más común en la región que en países europeos.
Sales señala que «el uso del crédito ha aumentado en los últimos años, estimulado por varias empresas fintech que han incursionado en el mercado de microcréditos, proporcionando financiamiento a través de tarjetas de crédito a segmentos de la población que no tienen acceso a crédito», en contraposición a Europa, donde la tarjeta de débito es más dominante debido a su madurez en el mercado y a la estabilidad económica.
Las tarjetas prepagadas, promovidas tanto por fintechs como por las grandes marcas del mercado, han experimentado un crecimiento en Chile, permitiendo a los clientes con escasa experiencia financiera participar en el sistema financiero.
Además, Sales asegura que las economías de la región tienen un alto porcentaje de la población que recurre a las tarjetas de crédito como medio de financiamiento inmediato, a corto y mediano plazo.
En términos proporcionales, las tarjetas prepagadas son las que más han crecido en la región en comparación con las de crédito y débito. En Chile, si en 2020 el 29,9% de la población tenía una tarjeta de este tipo, se estima que en 2021 fue del 36,1% y para 2022 será del 42,9%.
La posesión de varias tarjetas prepagadas en Chile también ha crecido. Pasó de un 16,7% a un 32,2% y representó un 33,9% en la última medición. Sales afirma que este crecimiento proviene principalmente de los programas de apoyo gubernamentales a los sectores menos favorecidos económicamente, así como de una política constante de bancarización.
Además, Sales apunta que «las fintechs están llegando a sectores donde la banca tradicional no tiene presencia, por lo que la oferta de tarjetas prepagadas, que tiene múltiples beneficios como medio de pago electrónico inicial, es el primer paso hacia la educación financiera».